EL UMBRAL DEL ESPANTO. VARSOVIA, 2014

Construida según un proyecto del arquitecto polaco Henryk Marconi, la Prisión de Pawiak cobró una siniestra importancia durante la segunda guerra mundial. En el transcurso de la ocupación de Varsovia por parte de las tropas del III Reich, unas 120.000 personas, entre miembros de la resistencia, presos políticos y rehenes civiles, pasaron por las lúgubres dependencias de este presidio erigido en el centro de la ciudad. De ellas, unas 37.000 fueron ejecutadas, y otras muchas enviadas a campos de trabajo.

Hoy día Pawiak es un museo conmemorativo de estas terribles facetas de la sinrazón humana. Se conserva, de aquel trágico periodo bélico, la columna que aparece a la derecha y la viga alambrada que la corona. Lo demás fue reconstruido y está actualmente jalonado de numerosas placas con los nombres de prisioneros que murieron en este funesto espacio, lo que da una dimensión mucho más penosa y angosta a la visita.

No pude evitar, al pasear libre y tranquilamente por sus alrededores, sentirme profundamente triste por la innata capacidad del hombre para someter a sus semejantes por razones políticas, que no son más que verdades parciales y controvertibles. Soy incapaz de imaginar cuál sería la intensidad de la profunda tristeza y desesperación que atenazaría a todos y cada uno de los desdichados que vinieron a parar a este lugar. Si al menos aprendiésemos de los errores pasados, quizá ningún lugar del mundo constituiría un infortunado fragmento de nostalgia.

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