EURITMIA SOBRE AGUA. GALICIA, 2011
El mar, lo confieso, me suscita una sensación ambigua. Me atemoriza su garantía de inmensidad, su líquida presunción; me atrae su promesa de aventura, su tentativa de persuasión. Su vasto frescor me ruega que me quede a su lado, su voz ronca y despectiva me exhorta a alejarme de él. En aquel rincón de Galicia y en aquella tarde de primavera, estas dos barcas, varadas y voluntariosas protagonistas de la imagen, aprovechando la ausencia del ponto solemne, ambicionaron contarme historias con sus voces ininteligibles de madera y sal.
Quisieron contarme relatos de pescadores envejecidos, de labores monótonas, de noches en vela, de esperas interminables. Me hablaron de esperanza y de desolación, de oleajes y resplandores, de nubarrones y calmas, de días propicios y de años desfavorables. Me refirieron la crónica de aquella mujer que aguardó que alguien regresara con vida mientras ella solo sabía morir pausadamente, me narraron la leyenda de un pez voraz que se llevó consigo, amén de vidas, corazones y expectativas…
A pesar de lo crudo de sus testimonios, una junto a otra, como dos hermanas en su plena senectud, y cuya mutua compañía es su único acicate, parecían procurar tranquilizarme, atestiguar que al mar, en ocasiones, puede uno acercarse presa de un cierto desasosiego y retornar a tierra firme provisto de un sereno fragmento de nostalgia.
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