CONTRA LAS SOMBRAS. FÁTIMA, 2017

Tras una breve ausencia, me reencuentro con este espacio y lo hago con una imagen reciente que, en el instante de captarla con mi vieja Nikon, impulsado sobre todo por el momento y su trascendencia, al menos para los que allí nos encontrábamos, me produjo una impresión mucho más superficial que al contemplarla en la pantalla del ordenador.

Si bien esperaba encontrar tan solo un monótono despliegue de luces similares ocupando todo el rectángulo, luego, deteniéndome a observarla, calibrando ese primer plano constituido casi exclusivamente por la vela central, y dejándome llevar hasta ese fondo difuso, jalonado de otras llamas de análogo significado, comprendí que la instantánea podía representar un válido testimonio de la búsqueda de la trascendencia en el ser humano. En la explanada del Santuario de Fátima, en Portugal, se reunen cada noche cientos, quizá miles de personas, venidas de los cuatro puntos cardinales, con rasgos diferentes, lenguas distintas, raíces diversas, etc., para juntarse en la Procesión de las Velas, un espectáculo curioso para los no creyentes y una puesta en común de su fe para los fieles católicos. Me vinieron a la cabeza numerosas frases, tan dispares como la propia idiosincrasia del hombre, sobre la luz, la verdad, el camino del hombre hacia lo que llamamos Dios, etc.

Siendo, como soy, un coleccionista de perplejidades, arropé mi incertidumbre entre aquel fragmento del salmo 119 que dice: "Lámpara es a mis pies tu palabra, y luz para mi camino" y la frase atribuida al científico estadounidense Carl Sagan: "La ausencia de prueba no es prueba de ausencia". A pesar de la proximidad temporal del acontecimiento, permanece todo ello en mi recuerdo como un sustancial fragmento de nostalgia.

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