ALLEZ LES PÊCHEURS. PARÍS, 2009
Pescar es una actividad que requiere, entre otras cualidades, paciencia, perseverancia y un no menos importante conocimiento de los lugares apropiados en los que apostarse, a fin de garantizarse cierta abundancia y justificar la dedicación a ese menester.
Absoluto desconocedor como soy de esta sosegada labor, me llamó mucho la atención esta imagen: un pescador parisino indudablemente solitario, necesariamente valiente, quizá habilidoso y con seguridad intrépido, dada la escasa claridad y dudosa salubridad de las aguas del Sena, se apresta a su tarea con la única compañía de su caña, sus cebos y su sombra. Pobre de aquel, imaginé, que tenga la ocurrencia de preguntarle si pican o no. Le supondría arriesgarse a la gratuidad de su ira o, en el mejor de los casos, a la aspereza de su indiferencia. Yo preferí simplemente hacerle un hueco en mi galería de inmortales y, desde una perspectiva insospechada para él, lo acogí en esta imagen como protagonista de un laborioso fragmento de nostalgia.
Absoluto desconocedor como soy de esta sosegada labor, me llamó mucho la atención esta imagen: un pescador parisino indudablemente solitario, necesariamente valiente, quizá habilidoso y con seguridad intrépido, dada la escasa claridad y dudosa salubridad de las aguas del Sena, se apresta a su tarea con la única compañía de su caña, sus cebos y su sombra. Pobre de aquel, imaginé, que tenga la ocurrencia de preguntarle si pican o no. Le supondría arriesgarse a la gratuidad de su ira o, en el mejor de los casos, a la aspereza de su indiferencia. Yo preferí simplemente hacerle un hueco en mi galería de inmortales y, desde una perspectiva insospechada para él, lo acogí en esta imagen como protagonista de un laborioso fragmento de nostalgia.
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