LA CULTURA DE LA DESIDIA. LAS PALMAS DE GRAN CANARIA, SEPTIEMBRE DE 2023.



Para los que ya peinamos canas y somos (o fuimos) aficionados al fútbol, el Estadio Insular de Las Palmas de Gran Canaria no resultará del todo desconocido. Inaugurado el 9 de octubre o el 25 de diciembre de 1944, según las fuentes, con un partido entre selecciones “De Las Palmas” y “Del Puerto”, fue el templo, el recinto y el terreno donde la U.D. Las Palmas, un equipo sin demasiados galardones deportivos pero con una historia unida estrechamente a la de la sociedad grancanaria, brindó a su afición satisfacciones y sinsabores a partes iguales. Fue un estadio que acogió, además de a tantas leyendas vinculadas a la entidad amarilla, como Juanito Guedes, Antonio Afonso “Tonono”, Germán Dévora, Carlos Manuel Morete o Juan Carlos Valerón, por solo nombrar a unos pocos, a grandes mitos futbolísticos nacionales e internacionales como Ferenc Puskas, José Ángel Iríbar, Franz Beckenbauer, Johan Cruyff, Emilio Butragueño e incluso Diego Armando Maradona.

 

De pequeño, y esto ya es un recuerdo personal, visité muchas veces ese estadio, en compañía de mis padres y de mi hermano. Fuimos asiduos, durante una época larga, a los partidos del filial de la UD Las Palmas y de otros equipos de categorías inferiores de dentro y fuera de la isla. Este “santuario” del fútbol acogió también durante bastante tiempo el famoso “Torneo Juvenil del Atlántico”, luego trasladado al sur de la isla y del que se han cumplido más de cuarenta ediciones, y aún guardo en la memoria ver jugar a selecciones de esa categoría de Inglaterra, Uruguay o Alemania. En fin que, sin ánimo de comparar este espacio deportivo con cualquier otro, nativo o foráneo, y ya que las comparaciones son, además de odiosas, estériles, me siento facultado para afirmar que el Estadio Insular fue un modesto pero histórico coliseo que, sin duda, merecía, tras su jubilación, un mejor destino que el que se le ha dado.

 

Hoy día, el lugar se ha transformado, gracias a la capacidad ilusionante y especulativa de constructores y políticos y a la ingenua credulidad del pueblo, en un parque, diseñado por las arquitectas Elsa Guerra y Noemí Tejera (de cuya buena intención no osaré dudar), que en su día, prometía crear y ser, como se publicó tiempo atrás en la web “Planeta Canario” (https://planetacanario.com/la-asombrosa-transformacion.../) y aquí transcribo,

 

“[…] gran zona verde y sociocultural de 4.000 metros cuadrados, que mantiene, rehabilitados, parte del graderío y el pórtico del histórico recinto deportivo, como recuerdo al espacio que durante 56 años acogió los partidos de la Unión Deportiva Las Palmas”.

 

Visto así, todo muy bonito: un gran esfuerzo colectivo para dotar a una zona tan emblemática como Ciudad Jardín de un espacio abierto, para niños y mayores, sin perder de vista la historia deportiva que dimana del entorno. Pero la realidad, hoy, es muy otra. Tenemos un espacio lleno de carencias, desprovisto de imágenes en las que se recuerde verdaderamente la historia del club grancanario y que, ubicadas en su día estratégicamente en la zona de la antigua tribuna o en la grada naciente, se han hecho desaparecer por completo o dejado al antojo de los fenómenos atmosféricos, descuidado en lo elemental (no solo por culpa de los políticos, sino por la propia desidia e incivilidad de sus visitantes) y repleto de basuras por el que no parecen pasar ni los servicios de limpieza, jardinería o mantenimiento del organismo competente ni la presumible buena voluntad de quienes lo frecuentan de que sea un lugar para todos y un emplazamiento a la altura de una capital como la que lo acoge.

 

En definitiva, y gracias a la cultura de la desidia que se ha ido imponiendo en la humanidad actual, no solo consentida, sino sin duda alentada por la casta política en quienes hemos abandonado nuestros destinos, nos queda, de todas aquellas especulaciones y promesas resultantes, un reducto que no apetece visitar y cuyo examen medianamente cuidadoso deprime y perturba a cualquier ciudadano cuyo espíritu albergue un mínimo de civismo y sentido común. Para muestra, estas imágenes de ayer sábado, 16 de septiembre de 2023, en las que aparecen, esparcidas por lo que una vez fue la tribuna del Estadio Insular, zona del nuevo parque que además, ni siquiera parece corresponder a sentido alguno urbanístico o lúdico, huellas de ese desprecio individual y colectivo por aquello y aquellos que lo rodean, síntomas al tiempo de este experimento de ingeniería social que está en plena vigencia en el que se nos hace creer que somos protagonistas mientras en realidad, como masa social conminada a tragar y votar, asumimos un papel menos que terciario: el de "tontos útiles", tal y como decía un ideólogo y estadista soviético de cuyo nombre no quiero acordarme...

 

Una experiencia muy triste esta de visitar el antiguo feudo deportivo de nuestra UD Las Palmas, al menos para quien una vez admiró aquel estadio, a aquel equipo y a aquella afición que lo sostenía, y para quien quisiera ver la ciudad en la que nació y en la que vive respetada por sus propios habitantes.

 

PABLO CABRERA 2023


Nota: (Fotografía del Estadio Insular utilizada con fines meramente ilustrativos. Todos los derechos derivados de ella corresponden a su autor).

 

Comentarios

Entradas populares