TIERRA GENEROSA. GALILEA, 2008.

 

Ya sabemos que este blog es un reducto de añoranzas, la cabaña en la que me encierro, apartado de ese tópico que llaman mundanal ruido, a digerir evocaciones propias y a regurgitarlas hasta darles aspecto de nostálgico regreso a lugares y momentos para mí significativos.

 

Aspiran, esas nostalgias, una vez formalizadas, a servir al potencial lector para trasladarse, con las alas del pensamiento y siquiera por un instante, a esos términos que acaso también ha visitado o que simplemente atesoran una sugerencia latente de exotismo o una nota de cierta relevancia lírica inherente al carácter no solo del lugar representado y evocado, sino al del escribano que lo rememora.

 

Sin embargo, es de justicia mencionar que a quien primero sirven es a ese mismo amanuense, dactilógrafo convencido, poeta a empellones y viajero falible en ciernes. Porque de esos lugares y de esas memorias extrae a manos llenas el material de sus textos y el de sus sustentos atemporales. De esos lugares y memorias construye, a golpes de párrafo, una historia personal que necesita en ocasiones ser evocada en bien de erigirse como una trayectoria de vida placentera, transformadora y en cierto modo justificable.

 

Hay viajes pasados que no se olvidan y viajes futuros que no se harán. La vida en sí misma es un viaje. Y dentro de ese permanente traslado vital, otros periplos vetean la cotidianidad, unos en forma de experiencia doméstica, si no se tiene ocasión de trascender las fronteras vernáculas, y otros en forma de peregrinajes más allá de ellas, pero todos dan como resultado el reencuentro con uno mismo y con la propia visión de lo que nos rodea. Porque el viaje transforma. Sin duda. No solo porque a nivel visual cambian los escenarios, no en exclusiva porque a nivel estético se establecen escalas novedosas, tampoco porque una suerte de magia obre milagros sobre la existencia del viajero. No es solo eso: es todo eso y es más que eso. Viajas y renaces, viajas y te reconoces, viajas y relees el mundo y sus dualidades, viajas y apuntalas tus  contrafuertes.

 

Una vista del Mar de Galilea o Lago de Tiberiades o de Genesaret, tomada desde la placidez que proporciona la sombra de un árbol, no es cualquier vista. Se trata de una mirada a un entorno cargado de historia y de misticismo. Gran parte de la actividad de Jesús de Nazaret registrada en los evangelios canónicos se desarrolla en esta zona a sus alrededores, desde la pesca milagrosa hasta su residencia en Cafarnaúm, pasando por la detención de la tempestad o su andar fedatario sobre el agua. Desde la óptica actual se tiende a considerar esos hechos como poesía o como fantasía, pero esto supone dejar de lado el contenido espiritual que atesoran y abandonar la interpretación esotérica que merecen.

 

Por su parte, el historiador Flavio Josefo, que vivió en el siglo I de la era cristiana, escribió: “Esta tierra no rechaza ninguna planta, y los agricultores cultivan en ella de todo, pues la temperatura suave del aire es apropiada para diversas especies. Los nogales, que son, más bien, árboles de climas fríos, florecen aquí en abundancia. Y junto a ellos también germinan las palmeras, que crecen en zonas calurosas, y las higueras y los olivos, que requieren un aire más templado”.

 

Planeo regresar en breve a esa tierra agradecida y fructífera a pesar de los conflictos que los seres humanos somos capaces de generar en cualquier rincón del mundo, por sagrado que lo consideremos. Y si el futuro, aunque estrechándose a pasos agigantados, me concede un plazo aceptable, volveré a plasmar en imágenes esa incursión mía, y miraré de nuevo las aguas serenas del Lago Tiberiades. Y una vez más, siquiera sea por seguir justificando mi senda terrena, ambicionaré transformar mi visión en un nuevo y elocuente fragmento de nostalgia.

Comentarios

  1. Hoy por fin he podido visitar tu blog, Pablo, así que a partir de ahora iré leyendo poco a poco tus escritos con el máximo interés. Enhorabuena por haber construido desde el corazón esta cabaña virtual en la que albergar tus recuerdos. Un gran abrazo.

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    1. Buenos días, Myriam. No sabes cuánto te agradezco tu visita. Es un honor, y te lo digo con absoluta sinceridad. Siempre serás bienvenida y tus comentarios, si te apetece hacerlos, serán motivo de agradecimiento y perlas de aprendizaje para mí. Muchas gracias de todo corazón.

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  2. Qué forma tan sublime de describir un lugar. Fantástico, Pablo. Eres un escritor sobresaliente.

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