DOS HOMBRES Y OTRA CONJETURA. GLASGOW, 2019.


El destino y/o el azar. Epígrafes difusos en su definición y discutibles en su veracidad y bajo los que intentamos contemplar y comprender el sentido de la vida. Nada sabemos acerca de nuestro origen más hondo, nuestro último puerto, qué o quién nos espera o cuándo se acabará nuestro periplo por esta tierra. Intentamos consolarnos pensando, merced a nuestra visión lineal del tiempo, que hay causas que nos condicionan pero que en nuestras pobres manos está siempre la libertad que nos permite actuar desde el conocimiento de tales gérmenes. En el fondo, ¿qué sabemos realmente? ¿No termina todo siendo, si nos entregamos a una reflexión profunda, no otra cosa que incertidumbre?

Quizá esta efervescente prédica interna fue lo que me llevó a tomar esta foto en Glasgow, el pasado mes de mayo. Paseando por los alrededores, ya casi alejándome, del Kelvingrove Museum, acerté (¿por azar o por destino?) a vislumbrar a dos hombres, sentados en la pequeña terraza de un cafetín (me encanta esta palabra ya desusada, quizá por su militancia en las filas de la anacronía), ambos frente a una bebida y con la mirada a ratos perdida y a ratos centrada en sus conversaciones. Me detuve frente a ellos, simulando pretender captar con mi cámara los edificios, las calles o los jardines del entorno, pero ansiando que ellos fueran los verdaderos protagonistas de la imagen.

Como siempre que me entrego a estas labores de perpetuación, mi cabeza (o mi espíritu) se consagraba a esas hirvientes preguntas sin respuesta que jalonan los textos de este blog: ¿quiénes son? ¿qué les ha llevado a cruzar sus senderos vitales de tal modo que ahora, en este preciso instante, se encuentren compartiendo al menos unos minutos, por carentes de contenido que fuesen estos? ¿De dónde proceden y a dónde van o quisieran ir, ahora que están enfilando las rectas finales de sus existencias?

Volviendo a Jorge Luis Borges (vuelvo excesivamente a él), podemos aventurar que "[...] lo que llamamos azar es nuestra ignorancia de la compleja máquina de la causalidad [...]. Pero ni siquiera a estas palabras podemos considerarlas, aún sabiendo que existe un indudable encadenamiento de sucesos, un auténtico axioma. Tan solo un intento más de arrancar velos a esa Verdad última que tantos perseguimos. Quizá una de mis formas de persecución, de hostigamiento de esa verdad que quizá jamás se desvela, sea poblar este blog de porciones de perplejidad tales como este, en apariencia, fraternal fragmento de nostalgia.

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