UN SUEÑO MÁS. ENTRE DÜSSELDORF Y COLONIA, 2011.
Nunca he sido muy proclive a situarme como protagonista de una de mis fotos, y tampoco ante el objetivo de otro fotógrafo. Prefiero, con diferencia, estar detrás del visor y que sean otros los ingredientes que integren la imagen final.
Sin embargo, en esta ocasión, y como vano pero vivificador intento de traer a la memoria viejos instantes, me permito ser uno más de los elementos compositivos de esta fotografía. Se tomó, con la inestimable intervención de mi esposa, Noelia, en diciembre de 2011, en el trayecto del tren que nos llevó de Düsseldorf a Colonia, en nuestra segunda y por ahora última visita a Alemania.
El resultado final, quizá involuntariamente, o acaso por razones de íntima afinidad, me cuenta una historia, tal y como me sucede en tantas de las escenas que capto con mi vieja y viajera Nikon D40. En este caso, una historia que es la mía propia. Convertido apenas en sombra, con los rasgos difuminados por la escasa luz ambiental, me abandoné a los recuerdos, a los sueños y como no, a la añoranza. Acababa de dejar unos lugares, unas vivencias, para afrontar otras, y ya me sorprendí permitiendo que los sutiles fantasmas de ese pasado inmediato invadieran mi imaginación, se acomodaran en mi memoria y me hicieran guiños de complicidad, vagos apremios para que volviese a ser su afortunado huésped y su pretencioso amanuense, armado, a modo de moderno cálamo, de una simple cámara de fotos.
En palabras de Edward Thomas, escritor británico, "El pasado es la única cosa muerta cuyo aroma es dulce". De esa fragancia perenne se alimenta, paradójicamente, este presente fotográfico, y también de ella es fruto este vaporoso fragmento de nostalgia.
Comentarios
Publicar un comentario