LA CITA DE LOS SOLITARIOS. PARÍS, 2009
Todos sabemos algo acerca de París. Unos hemos estado, otros hemos leído, escuchado, visto, e incluso olfateado, palpado o degustado, si no la propia ciudad, sí algo relacionado con ella. Ya sea para bien o para mal, París ha sido, es y será protagonista o escenario de libros, películas, fotos, cuadros, artículos, noticias, etc.
A finales del siglo XIX y principios del XX, la capital francesa fue el hogar, el refugio o el sumidero de numerosos personajes de mayor o menor relevancia, artistas e intelectuales relacionados con la pintura, la escultura, el cine, la literatura, el teatro e incluso la política. La gran mayoría de ellos, a fin de airear o simplemente sobrellevar sus inquietudes, sus decepciones, sus éxitos o sus tentativas, se ubicaban, a solas o en compañía de sus congéneres, en las numerosas terrazas y cafeterías que jalonaban y aun pueblan la ciudad.
Una de ellas fue "La Closerie des Lilas". Según parece, el lugar se llamó así debido a que, antes de ser lo que hoy es, fue una bodega instalada junto a un criadero de lilas. Aquí, en el 171 del Boulevard du Montparnasse, y según fuentes dignas de crédito, se sentó a escribir algunos de sus mejores versos el poeta Charles Baudelaire, Marcel Duchamp elaboró sus visiones artísticas y fueron habituales tertulianos el escritor y dramaturgo Teophile Gautier y el también poeta Paul Verlaine. Sin embargo, no solo los enfants de la patrie frecuentaron este café: también Vladímir Ilich Uliánov, más conocido históricamente por Lenin, litigó, según se dice, contra el aedo francés Paul Fort, en largas y disputadas partidas de ajedrez, y Scott Fitzgerald hizo leer a Ernest Hemingway el manuscrito de su obra cumbre, "El gran Gatsby".
Tampoco faltaron los españoles, por supuesto: en palabras testimoniales del escritor Pío Baroja, "En La Closerie des Lilas, donde íbamos por las noches el doctor Larumbe y yo, se reunían muchos escritores y pintores españoles, ingleses, italianos y algún ruso. Un día a la semana había una especie de recepción del poeta Paul Fort y de su mujer. También me han dicho después que a la Closerie solía ir por este tiempo Lenin, a quien, naturalmente, entonces no le conocía nadie". Y, hablando del almuerzo de despedida que le brindaron sus amigos, dice el autor de "Zalacaín el aventurero": "El día del banquete me encontré en el café con Zuloaga y con Blasco Ibáñez. Subimos al restaurante los tres, donde se llegaron a reunir veinte o treinta personas".
Ya en la actualidad, el director de cine Tim Burton y el actor Johnny Depp, entre otros, han sido clientes de este lúdico templo de los anales franceses y europeos. Sabido todo esto, ¿quién podría dudar de la importancia histórica de este café? Yo, que soy vagamente poeta y pretendidamente fotógrafo, siquiera para acreditar con palabras e imágenes la belleza que mis ojos han tenido la dicha de ver, no habré de figurar jamás como ilustre visitante del lugar, pero al menos, sí tuve la dicha de pasar a su lado y suspender aquel lejano instante del mes de junio de 2009 en esta escena, que será para mí y para siempre un legendario fragmento de nostalgia.
A finales del siglo XIX y principios del XX, la capital francesa fue el hogar, el refugio o el sumidero de numerosos personajes de mayor o menor relevancia, artistas e intelectuales relacionados con la pintura, la escultura, el cine, la literatura, el teatro e incluso la política. La gran mayoría de ellos, a fin de airear o simplemente sobrellevar sus inquietudes, sus decepciones, sus éxitos o sus tentativas, se ubicaban, a solas o en compañía de sus congéneres, en las numerosas terrazas y cafeterías que jalonaban y aun pueblan la ciudad.
Una de ellas fue "La Closerie des Lilas". Según parece, el lugar se llamó así debido a que, antes de ser lo que hoy es, fue una bodega instalada junto a un criadero de lilas. Aquí, en el 171 del Boulevard du Montparnasse, y según fuentes dignas de crédito, se sentó a escribir algunos de sus mejores versos el poeta Charles Baudelaire, Marcel Duchamp elaboró sus visiones artísticas y fueron habituales tertulianos el escritor y dramaturgo Teophile Gautier y el también poeta Paul Verlaine. Sin embargo, no solo los enfants de la patrie frecuentaron este café: también Vladímir Ilich Uliánov, más conocido históricamente por Lenin, litigó, según se dice, contra el aedo francés Paul Fort, en largas y disputadas partidas de ajedrez, y Scott Fitzgerald hizo leer a Ernest Hemingway el manuscrito de su obra cumbre, "El gran Gatsby".
Tampoco faltaron los españoles, por supuesto: en palabras testimoniales del escritor Pío Baroja, "En La Closerie des Lilas, donde íbamos por las noches el doctor Larumbe y yo, se reunían muchos escritores y pintores españoles, ingleses, italianos y algún ruso. Un día a la semana había una especie de recepción del poeta Paul Fort y de su mujer. También me han dicho después que a la Closerie solía ir por este tiempo Lenin, a quien, naturalmente, entonces no le conocía nadie". Y, hablando del almuerzo de despedida que le brindaron sus amigos, dice el autor de "Zalacaín el aventurero": "El día del banquete me encontré en el café con Zuloaga y con Blasco Ibáñez. Subimos al restaurante los tres, donde se llegaron a reunir veinte o treinta personas".
Ya en la actualidad, el director de cine Tim Burton y el actor Johnny Depp, entre otros, han sido clientes de este lúdico templo de los anales franceses y europeos. Sabido todo esto, ¿quién podría dudar de la importancia histórica de este café? Yo, que soy vagamente poeta y pretendidamente fotógrafo, siquiera para acreditar con palabras e imágenes la belleza que mis ojos han tenido la dicha de ver, no habré de figurar jamás como ilustre visitante del lugar, pero al menos, sí tuve la dicha de pasar a su lado y suspender aquel lejano instante del mes de junio de 2009 en esta escena, que será para mí y para siempre un legendario fragmento de nostalgia.
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