POR SI ACASO. MONS, 2013

Una mano femenina se posa, amigable y respetuosa con la usanza, sobre la metálica cabecita de la llamada Singe du Grand Garde, conocida en español como "La mona de Mons".

Esta estatuilla, de un tamaño aproximado al del mucho más popular Manneken Pis de Bruselas, está situada en la fachada del ayuntamiento de la ciudad Valona, y una tradición de origen hasta ahora tan desconocido como el de la propia estatua asegura que el acto de tocar su cabeza, desgastada ya de tanta caricia, trae suerte, logra que se cumplan los deseos expresados en ese mismo acto, ayuda a las mujeres a encontrar marido e incluso se transmuta en promesa de volver a la ciudad.

En este caso puntual, sé de fuentes fidedignas que a la propietaria de la mano que aparece en la foto no le ha faltado la suerte y se le han cumplido algunos deseos. Por otra parte, no ha encontrado marido (quizá porque ya lo tenía en el momento en que se tomó la imagen y además, lo sigue teniendo) y tampoco le ha sido dada aún ocasión de volver a Mons. Es decir, que hay un absoluto equilibrio, un empate a dos en cuanto a lo que afirma la leyenda. Cierto es que tanto ella como su esposo, según fuentes asimismo dignas de crédito, tienen en mente volver algún día no solo a Mons, sino a ese hermoso país que es Bélgica, y que sin duda merece que muchos de sus rincones se conserven, todos y cada uno de ellos, como un cíclico fragmento de nostalgia. 

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