LA INJERENCIA DEL AGUA. GLASGOW, 2019.
Como voluntarioso observador, me resulta grato detenerme en un lugar cualquiera (o no tan cualquiera) y dedicarme a contemplar cómo pasa la gente; cada cual acarreando sus expectativas, sus dilemas, sus urgencias y sus temores, cada uno enfrascado en sus tareas o sus ocios, en sus esperanzas o sus desolaciones. Cuando a ese paisaje humano se agregan elementos paisajísticos o meteorológicos que, en cierto modo, decoran la trabajosa brega diaria de la multitud, me parece como si un dios tan inefable como benévolo se empeñara en refrenar los afanes comunes para mostrarnos que hay algo más allá de todo aquello que consideramos importante en nuestra atribulada cotidianidad.
Escocia, como es bien sabido, es una tierra que goza de los beneficios de la lluvia con atmosférica longanimidad, y durante el mes que permanecimos allí, el cielo certificó con frecuentes descargas líquidas e imparcialmente frescas esa largueza tan característica. Por aquellas fechas, la municipalidad glasgowiana popularizaba el eslogan "People make Glasgow", consigna que podía leerse en grandes afiches situados estratégicamente en las principales calles de la urbe, y título asimismo de una guía en formato web que invita a visitar la ciudad, actividad que, dicho sea de paso, considero altamente recomendable.
En uno de mis reiterados y solitarios paseos por las calles de Glasgow, a la espera de que Noelia finalizase sus quehaceres laborales, me detuve bajo un toldo a fin de preservarme del frígido aguacero, y tras varios intentos, capté esta imagen en la que las caladas sillas de una terraza de Buchanan Street son, si no las protagonistas, sí las honrosas figurantes de una escena en la que el tráfago de ese día resultaba momentáneamente coercido por la persistente intromisión del agua, blanda arma blandida quizá por ese dios indecible y liberal para ayudar a nativos y foráneos (incluido un servidor) a lentificar pasos y vehemencias y mostrarnos así el profundo encanto de acontecimientos, en este caso la lluvia y sus frutos estéticos, que ya por frecuentes o por asumidos, resultan desapercibidos o al menos, escasamente valorados y también, valga la expresión, escasamente respirados.
Pasos y gestos, comentarios y exabruptos, personas y objetos, hermoseados por la grisalla del cielo escocés, se congregaron aquel día cualquiera (o no tan cualquiera) en esta imagen para ofrecer a mi indiscreto objetivo un acuoso fragmento de nostalgia.
PEOPLE MAKE GLASGOW
Escocia, como es bien sabido, es una tierra que goza de los beneficios de la lluvia con atmosférica longanimidad, y durante el mes que permanecimos allí, el cielo certificó con frecuentes descargas líquidas e imparcialmente frescas esa largueza tan característica. Por aquellas fechas, la municipalidad glasgowiana popularizaba el eslogan "People make Glasgow", consigna que podía leerse en grandes afiches situados estratégicamente en las principales calles de la urbe, y título asimismo de una guía en formato web que invita a visitar la ciudad, actividad que, dicho sea de paso, considero altamente recomendable.
En uno de mis reiterados y solitarios paseos por las calles de Glasgow, a la espera de que Noelia finalizase sus quehaceres laborales, me detuve bajo un toldo a fin de preservarme del frígido aguacero, y tras varios intentos, capté esta imagen en la que las caladas sillas de una terraza de Buchanan Street son, si no las protagonistas, sí las honrosas figurantes de una escena en la que el tráfago de ese día resultaba momentáneamente coercido por la persistente intromisión del agua, blanda arma blandida quizá por ese dios indecible y liberal para ayudar a nativos y foráneos (incluido un servidor) a lentificar pasos y vehemencias y mostrarnos así el profundo encanto de acontecimientos, en este caso la lluvia y sus frutos estéticos, que ya por frecuentes o por asumidos, resultan desapercibidos o al menos, escasamente valorados y también, valga la expresión, escasamente respirados.
Pasos y gestos, comentarios y exabruptos, personas y objetos, hermoseados por la grisalla del cielo escocés, se congregaron aquel día cualquiera (o no tan cualquiera) en esta imagen para ofrecer a mi indiscreto objetivo un acuoso fragmento de nostalgia.
PEOPLE MAKE GLASGOW
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