NOTRE (PAUVRE) DAME. PARÍS, 2009.

Profunda tristeza. Estupefacción y desolación.

La destrucción casi completa de un lugar tan importante, no solo por ser lugar de culto religioso, y no solo de París, sino de toda Francia, de Europa y del mundo no puede dejar otra cosa que aridez en los corazones de cualquier persona con sentido común, con amor por el arte y con cierto conocimiento y sentido de la historia. A esta hora, las 14:08 del día 16 de abril de 2019, desconozco (y creo que no soy el único) cuál ha sido la causa de este desastre; unos dicen que ha tenido un origen accidental, otros incriminan a radicales de determinado signo ideológico, y hay quien lo atribuye a un castigo divino.

Yo intento mantener una perspectiva serena y quiero pensar que todo ha sido una enorme desgracia, pues aunque se han salvado algunas obras de arte y aunque se pueda proceder a una reconstrucción fidedigna, Notre Dame no será jamás la que mis humildes ojos y mi ignota Nikon D40 detuvieron en el tiempo en esta imagen de 2009 que hoy, más que nunca, se vuelve un afligido fragmento de nostalgia.

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