FRAGMENTOS DE NOSTALGIA. LAS PALMAS DE GRAN CANARIA, 2018.
Hoy me ha sido encomendada la ingrata tarea de desmontar, ordenar y empaquetar los adornos con los que he decorado mi casa durante estas fechas navideñas. Si gozosa fue la labor de arrancarlos de su usual letargo, no menos penosa es el cometido de devolverlos a su sopor anual, hasta que llegue de nuevo el instante de despertarlos.
Quizá pueda resultar extraño o pueril, a quienes visiten esta entrada, el prestigio que acredito, a través de mis palabras, conceder a la Navidad. No les sorprenda: me resultan unas fechas entrañables. Principalmente, porque lo que en ella se conmemora esencialmente es la venida de un tal Jesús, cuyo mensaje universal de paz y amor ha trascendido los tiempos, los vaivenes de la humanidad y las corrientes de pensamiento que en el mundo han sido.
Por otra parte, porque esos días me traen, cada año, recuerdos absolutamente imborrables: desde aquellas nochebuenas de mi niñez y adolescencia en casa de mis abuelos, rodeado de mis primos, mis tíos y, por supuesto, acompañado por mis padres y hermano, hasta esas otras, también lejanas e irrepetibles en las que mi añorado padre engalanaba toda la casa familiar, o una especialmente, más puntual y próxima en el tiempo, en la que se disfrazó de Papá Noel, haciendo gala de su proverbial sentido del humor, y sin olvidar las más recientes, con la novedosa presencia de mi sobrinito Ernesto, que ha aportado a las insalvables ausencias y a las tercas pesadumbres un hálito de luz y brisa desconocidas para mí hasta el momento de su nacimiento.
De ahí que para está centésima entrada de mi blog haya escogido esta imagen. He prescindido voluntariamente de reglas, tecnicismos y mediciones, pues solo he pretendido mostrar lo que vieron mis ojos: quizá, más que los de la cara, los del alma. Esos objetos luminosos, representativos de un tiempo corto y dichoso, un intervalo invernal desbordante de añoranzas y perspectivas, de ternura e inclemencia, que dejo aquí componiendo un agridulce fragmento de nostalgia.
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