CAFÉ Y MAUSOLEO. LANCIANO, 2017.

 
Observar el comportamiento humano es una indiscutible fuente de historias, sorpresas, e incluso, confirmaciones de que, en el fondo, son más las cosas que nos unen que las que nos separan. 

Podemos combinar elementos festivos con componentes luctuosos casi sin ruborizarnos, y todo esto sin negar en el fondo lo trágico o lo humorístico, sino por el contrario, concediendo la natural convivencia de ambos opuestos.

En esta imagen, tomada en la ciudad italiana de Lanciano, dos hombres, de los que podemos sospechar que trajesen consigo la intención de dirigirse al "Circolo del caffe" y la respetable determinación de tomarse una taza del preciado brebaje, se detienen al pie del local a contemplar los carteles situados sobre la pared baja del frontispicio. En una primera impresión, sería natural pensar que se trata de anuncios publicitarios, contactos sexuales, noticias locales o similares, pero si nos detenemos a mirar la foto ampliada, podemos apreciar que se trata de... esquelas.

No pude averiguar si eran de reciente fijación o no, ni qué efecto produjeron sobre los dos transeúntes, pero me pareció sumamente curioso el método de comunicación, que nunca antes había visto. Esa pública y notoria manera de anunciar la muerte de alguien en un lugar céntrico junto a la plaza, especialmente en un tiempo como este, en el que todo se transmite por medios electrónicos, me resulto hermosamente anacrónico, discreto y gentil. Parecía como si en unas  hojas simples de papel se resumiera la vida de tantas personas, transformando una sencilla pared en un cenotafio común y en un recordatorio de la vanidad de nuestras pretensiones terrenales. Viandantes, pasquines, recinto, luces y sombras conformaron para este humilde coleccionista de estupores un elocuente fragmento de nostalgia.

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