SOSIEGO JUNTO AL SENA. PARÍS, 2009.
París ofrece siempre un amplio inventario de impresiones, de perspectivas, de enfoques. Es tanta y tan grande su multiplicidad, que se puede encontrar casi cualquier clase de persona y situación, que en ocasiones parecen incluso estar fuera de contexto, alejadas de su zona de confort, como se dice actualmente, o extraídas con mayor o menor brusquedad de su entorno natural.
En esta ocasión, y a través de la vegetación urbana, pude captar un grupo de personas, completamente ajenas a mi intromisión, que aprovechaban las buenas condiciones climáticas de aquel día de junio para, apartadas de sus quehaceres o, tal vez, inmersas en ellos, descansar el pensamiento y la mirada junto al majestuoso Sena y con la catedral de Nôtre Dame en perspectiva. Me llamó la atención esa serenidad en contraste con la agitación de la gran ciudad, y tuve la dicha de poder reflejar el escenario y el elenco que sobre él divagaba.
En esta ocasión, y a través de la vegetación urbana, pude captar un grupo de personas, completamente ajenas a mi intromisión, que aprovechaban las buenas condiciones climáticas de aquel día de junio para, apartadas de sus quehaceres o, tal vez, inmersas en ellos, descansar el pensamiento y la mirada junto al majestuoso Sena y con la catedral de Nôtre Dame en perspectiva. Me llamó la atención esa serenidad en contraste con la agitación de la gran ciudad, y tuve la dicha de poder reflejar el escenario y el elenco que sobre él divagaba.
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