HISTORIA INVISIBLE. LAS PALMAS DE GRAN CANARIA, 2015

Rincones hermosos los hay, no cabe duda, en todas partes. A los que observamos cierta inclinación por ver mundo se nos suele mostrar en los folletos publicitarios las ciudades más importantes, más turísticas, más vendibles; y de esas ciudades, los rincones más populares.

Sin embargo, a poco que uno emplee un poco de tiempo en recorrer con calma los lugares que visita, descubre que más allá de clasificaciones y preferencias, hay recodos, callejuelas, ventanas, edificios, pavimentos incluso, que no desmerecen en absoluto a aquellos otros habitualmente más visibles. Dadas estas circunstancias, me percato, y creo poder hablar en nombre de muchos, de que los parajes que menos "vemos" los habitantes de cualquier ciudad, pueblo, provincia o país, son precisamente aquellos que pertenecen a nuestro entorno habitual: nos son tan familiares, cotidianos y usuales, que pasamos de puntillas ya sea junto a, por encima o a través de ellos negándoles cualquier opción de sorprendernos o de maravillarnos.

Hoy quisiera abogar por algunos elementos urbanos de mi ciudad, Las Palmas de Gran Canaria, que brindan gratuitamente a propios y extraños su belleza y su historia y sufren en su pétreo silencio la desidia de la mayor parte de los transeúntes. La escalinata en la parte trasera de la Catedral de Santa Ana, sede de la Diócesis de Canarias, situada en la zona de Vegueta, en el casco histórico de la ciudad y a su lado, el edificio en el que se ubicó el antiguo Hospital San Martín, el primero que tuvo la ciudad, fundado el 28 de octubre de 1481 y que se mantuvo en activo, según la placa que figura en su glauca fachada, hasta finales del siglo XVIII. Historia pura de esta ciudad, que me complace alojar aquí como un desapercibido fragmento de nostalgia.

Comentarios

Entradas populares